Este trabajo surge del interés por investigar la influencia que ejerce Bogotá en el movimiento y la quietud de los cuerpos que la transitan y habitan. Algunas escenas de la obra exploran lugares congestionados, agitados ya veces peligrosos, como San Victorino o la Plaza de Palo Quemao. Estos dislocan el espacio personal y perturban el cuerpo hasta detonar en él movimientos de desconcierto, agobio o violencia. En marcado contrapunto, otras escenas trascurren en espacios armónicos como los parques de Niza e interiores domésticos. En tales alrededores, propicios a la cercanía, la intimidad, la ternura, es posible desnudar el cuerpo de los temores y constricciones que impone la experiencia de lo caótico. Finalmente, los espacios intermedios como los puentes de la Avenida Suba, se experimentan como umbrales en donde convergen las experiencias del caos con las de la armonía. La dirección general de Somos de todo estuvo a cargo de Laisvie Andrea Ochoa igual que su edición, la dirección de cada escena rotó alternativamente entre los miembros del grupo igual que su realización.